A veces, cuando la bruma
Se apea al pavimento
Desde el sur hacia el norte
Y las torres se esconden
Prolongando la luna
A veces, cuando las luces
De la ciudad en llanto
Van despertando y sosegan
La oscuridad que intenta
Apropiarse de todo
El camino huele largo
A hielo e indiferencia
Este Quito nos duele
Como duelen los años
Que se nos colan furtivos
Pero en otras, se sostiene
Como una voz en alto
Acompañando un saxo solitario
El dolor se expande al son
del sol que oculta su abrigo
La noche duele, como el amor
la impotencia, el desgano
la noche penetra con soplos
de brisa, vigilia y espasmo
y el dolor se agita y burbujea
El neón se nos cuela
En los reflejos que avisoran
la humedad de la noche
y no tenemos más remedio
que encandilar las pupilas
Para suerte de todos
Todo el dolor amanece
Y se recicla en las almohadas
Hartas de empaparse de lloros
hasta encontrar en el día la luz
Y la paz. Y la alegría,
rotan y se mudan de soles
Arrogante burla reída
en su inefable visita
Donde duele el dolor como el pulso.
Donde todo duele, muere y duele de nuevo.
miércoles
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