En el último piso, acude a su homicidio
Paloma sacude los insectos de sus ropas
Ahuyentando el aire sostenido en su susurro
Su palabra se deshoja en hálito de otoño
Se destilan de sus ojos las angustias
Dónde gotean aguardientes de dolor
En rocío azucarado que desborda
El continente azulado en su mejilla
Si bailara, dejaría a los faroles en trance
Con su abismo ojal semiabierto y brillante
Como una perla negra en su concha dormida
Destellando un brillo aún inocente
José, se desliza entre sus palmas como un gato
Acurrucado en el instante de sus vellos
Sus mejillas se electrizan al contacto
Y proyectan su hedonismo en un bolero
Ahora ríe, y sus insectos se alborotan
Convirtiendo las paredes en escamas
Que copulan en espasmos musicales
Y desnudan su alegría en remolinos
Luego, Paloma se aproxima
El puñal se improvisa en su derecha
Y su izquierda aprueba impaciente
De matar el amor y esconderlo
Entonces las escamas enrojecen
Y las grietas de los muros la delatan
El amor ha muerto entre sus dedos
Y descansa en obituarios inconscientes
Ambos desangrados en el piso
la Pensión en Oriente se clausura
Hasta dar con el vivo que se atreva
A llevarse entre sus yemas la espesura
lunes
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