Ya no me siento
Aludido en tu voz
Debo suponer que hay miles
De epitafios escritos recientes
En las líneas de tus palmas
En los cortes de tus plantas
Y sería demasiada
prosa, ingenuidad o despiste
Suponer que este alfiler, que soy yo
Se perdió de nuevo en tus cenizas
Acá...
al costado de mi umbral
hace un buen instante
que se apagaron los adioses
que los faros se agotaron
de recopilar despedidas
Seguramente vuelas
a reunirte con tus hadas
con tus duendes y montes
azules o verdes, gélidos o candentes
tan ajenos de mi estrecha
vereda gris transeúnte
Olvidé prepararte
Un tropezón en tu ruta
La pócima asesina de memorias
Los colibríes disueltos en mi tinta
La última tarea de tu vida
El primer vuelo en desnudez
El único tango en los labios
La alegoría del nunca en un baile
Y el abrazo que debí darte
Apretando duro el desencuentro
En alguna carta pedías
Que mucho no te nostalgie
Y en trocitos se me escurren
De los hombros y el cabello
Las fracciones de tu instante
Que es más tuyo que mío
No pude franquearlo como tú
Tanto así de fácil
Tranquila...
Ten la certeza
Sin suposiciones
De que yo desde hace rato
Ya no me siento aludido
En ninguna postdata
Ni en las citas o frases
Que me deja entre migajas
Tu telegrama en mi portal
Sólo las tomo
Como pretexto o motivo
Para albergar mis estrofas
Para encontrar sur o este
Porque tengo la certeza
Que yo no soy el aludido
En las canciones de tu nombre
miércoles
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