Este quizás interminable
Que muta en mil posibles
Presentando a cada suspiro
Disímil solución e incertidumbre
Esta suma intermitente
De posibles e imposibles
Se nos cuelan en las voces
Y recuerdan erizando recuerdo
Se electrizan, se sacuden y se culminan
Victoriosas, defraudadas, impotentes
Apabullan los finales infelices
Y se esfuman aspirando lechos tristes
El camino se nos torna irrepetible
Y los pies nos desvían de aquel rumbo
Lo probamos, lo bebimos y lo amamos
Cuando el mundo nos tomó aún inocentes
Beberemos de una lluvia compartida
Miraremos cada cual su luz de luna
En distintas bocanadas de tabaco
Nos oiremos deletreos en susurro
Cada cual con su manía
Con su inerme caminar desorientado
Nos veremos en espejos triturados
Por el sueño que dejamos postergando
sábado
Por lo tanto
El mundo se achica encerrándonos
La soledad se deshoja en el pasillo
Y se revuelve en torbellino
Se sellan cada día, cada salida
Y sólo queda el mismo laberinto
Por desanudar
Por lo tanto que tuvimos
Debería brindar con el vino derramado
En el alcohol de mis heridas
Que me dan de comer matutinas
Inyectándose en lo seco de mis venas
Abismos en vereda y muros
con fantasmas y extraños
entre mofas abarrotadas de sarcasmo
Por lo tanto que me ha dado la muerte
Abundada en vibraciones y pulsos
De mis pies torcidos y mi sonrisa sórdida
Amanecida en las lagunas mentales
Que rescatan en la resaca la idea
del bucólico partir sin regreso
Para desgarrarse el seso
Y replegarse la piel
Como una prenda ajena
Por lo tanto que puedo decidir
Tomar cartas y sostener el deseo
Como un As bajo la lengua
Temperando el desgano
Y ahuyentando la pereza
Decidí, sacudir las polillas
Que se empolvan en las calvas
Salientes de mi frente estrujada
Y alzar a ver al cielo en aguacero
Para enjuagarme los párpados salados
Y tomar la vida por los cuernos
La soledad se deshoja en el pasillo
Y se revuelve en torbellino
Se sellan cada día, cada salida
Y sólo queda el mismo laberinto
Por desanudar
Por lo tanto que tuvimos
Debería brindar con el vino derramado
En el alcohol de mis heridas
Que me dan de comer matutinas
Inyectándose en lo seco de mis venas
Abismos en vereda y muros
con fantasmas y extraños
entre mofas abarrotadas de sarcasmo
Por lo tanto que me ha dado la muerte
Abundada en vibraciones y pulsos
De mis pies torcidos y mi sonrisa sórdida
Amanecida en las lagunas mentales
Que rescatan en la resaca la idea
del bucólico partir sin regreso
Para desgarrarse el seso
Y replegarse la piel
Como una prenda ajena
Por lo tanto que puedo decidir
Tomar cartas y sostener el deseo
Como un As bajo la lengua
Temperando el desgano
Y ahuyentando la pereza
Decidí, sacudir las polillas
Que se empolvan en las calvas
Salientes de mi frente estrujada
Y alzar a ver al cielo en aguacero
Para enjuagarme los párpados salados
Y tomar la vida por los cuernos
miércoles
Todo duele
A veces, cuando la bruma
Se apea al pavimento
Desde el sur hacia el norte
Y las torres se esconden
Prolongando la luna
A veces, cuando las luces
De la ciudad en llanto
Van despertando y sosegan
La oscuridad que intenta
Apropiarse de todo
El camino huele largo
A hielo e indiferencia
Este Quito nos duele
Como duelen los años
Que se nos colan furtivos
Pero en otras, se sostiene
Como una voz en alto
Acompañando un saxo solitario
El dolor se expande al son
del sol que oculta su abrigo
La noche duele, como el amor
la impotencia, el desgano
la noche penetra con soplos
de brisa, vigilia y espasmo
y el dolor se agita y burbujea
El neón se nos cuela
En los reflejos que avisoran
la humedad de la noche
y no tenemos más remedio
que encandilar las pupilas
Para suerte de todos
Todo el dolor amanece
Y se recicla en las almohadas
Hartas de empaparse de lloros
hasta encontrar en el día la luz
Y la paz. Y la alegría,
rotan y se mudan de soles
Arrogante burla reída
en su inefable visita
Donde duele el dolor como el pulso.
Donde todo duele, muere y duele de nuevo.
Se apea al pavimento
Desde el sur hacia el norte
Y las torres se esconden
Prolongando la luna
A veces, cuando las luces
De la ciudad en llanto
Van despertando y sosegan
La oscuridad que intenta
Apropiarse de todo
El camino huele largo
A hielo e indiferencia
Este Quito nos duele
Como duelen los años
Que se nos colan furtivos
Pero en otras, se sostiene
Como una voz en alto
Acompañando un saxo solitario
El dolor se expande al son
del sol que oculta su abrigo
La noche duele, como el amor
la impotencia, el desgano
la noche penetra con soplos
de brisa, vigilia y espasmo
y el dolor se agita y burbujea
El neón se nos cuela
En los reflejos que avisoran
la humedad de la noche
y no tenemos más remedio
que encandilar las pupilas
Para suerte de todos
Todo el dolor amanece
Y se recicla en las almohadas
Hartas de empaparse de lloros
hasta encontrar en el día la luz
Y la paz. Y la alegría,
rotan y se mudan de soles
Arrogante burla reída
en su inefable visita
Donde duele el dolor como el pulso.
Donde todo duele, muere y duele de nuevo.
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