El aroma de un árbol
lo toca la piel
los dedos hablan
dialogan, ríen
La densa niebla
condensada en las pupilas
de telón, una bulla sin pausa
espesa el silencio
Pero libre, libre de todo
de la belleza maquillada
del prejuicio nefasto
Dios, omnipotente en sus falanges
Repletos de palabras
silentes, táctiles
mareas de fonemas
jamás pronunciados
Librado de mirar, de oír
Él estalla transparente
en la risa de Ella
bella, insólita, inmensa
Luego el mar aterriza
fecundando la piel
de cosquilleos fríos
caracoles espumados en los pies
Y aman, en sus destinos
diáfanos, eternos
reposando sus anhelos
en el rocío inverosímil
Si nos arrancasen
lo que vieron nuestros ojos
la verdad sonaría musical
y la tocaríamos
como una sonata
como una canción
detrás de los ojos
grabada en los poros
lunes
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