Dejé la infancia, recortando al andar distancias
En diarios matinales, aspiré el frío madrugado
En tornasoladas lagunas, impregné en mis ojos
Satélites, faroles, estrellas fugaces
Y soñé!
Aterricé adolescente en las mejillas morenas
Ilusión instantánea, esquiva, leve
El roce indeleble en mi cuello y mi frente
Febril de recaídas, enfermo de candores
Y amé!
Abrí el corazón a las mundanas furias,
pernoctando despierto en camas ambulantes
buscando aeropuerto en sábanas viajeras
hurgando camino que en mis pies calce
Y entonces, ansié!
Al creerme entero, gané en lo restante
Dormí, como el centenario árbol duerme
Cobijé mi sueño con mis hojas agónicas
Empapé mis raíces en la sal de los mares
Y reposé!
Se enanecieron mis aires, de mendigo y principe
Miré tu mirada, reflejándome
Y reiterado, rebobiné mis edades
Y fui niño de nuevo, y tu mi padre
Y de nuevo, desperté!
Lo que ha madurado, es el afecto
Albergado indemne en los momentos,
semanarios de reencuentros francos
impresos en el polvo que alzamos
Entonces, no maduraré!
lunes
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