miércoles

Pero llueve

Pero llueve, y la tarde en trance
Se disuelve en lágrimas gélidas
Como una sal de pavimento y tierra
Arrastra despojos en su avance

La ciudad se asienta en su fondo
subterráneo de autopista oculta
de criaturas parias feroces
derramadas en cascadas de sifón

El barullo de las calles se recuesta
Se somete a sus torrentes invernales
Fraguando entre veredas y parterres
Amalgamas de residuos testigos

Llueve con un frío que se escapa
A la cumbre más lejana de su nido
A la boca de vapores expirados
A la espalda de las sillas reparadas

Llueve y la niebla se ebanece
Y se fuga entre los filos de los patios
Embadurna las fachadas y lo muros
Y se agua en las rendijas agrietadas

El cielo se blanquea, la urbe se enturbia
su silueta de cemento desvanece
El paisaje y difumina su blancor
Apagón, pandemia, soledad.

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